La industria turística mundial está creciendo exponencialmente debido al enorme aumento del poder adquisitivo y al desarrollo de medios de transporte más baratos y rápidos. Como es evidente, cada vez más gente viaja a distintas partes del mundo no sólo por ocio, sino también para explorar cosas nuevas y conocer culturas, tradiciones y cocinas diferentes. Hoy en día no sólo se viaja a países del primer mundo, sino también a países del tercer mundo. Esto indica un gran cambio de ideas y creencias en el sector turístico.
La percepción habitual que se tiene de un turista o un viajero es que se dedica a la autogratificación, a una actividad de ocio o a perseguir sus intereses. Sin embargo, uno también puede contribuir al desarrollo de la región mientras persigue su interés por viajar. Y me pareció una forma estupenda de convertirse en un viajero o turista responsable.
El tipo de viaje en el que el viajero está dispuesto a recorrer distancias más largas y llegar a lugares desconocidos para experimentar tradiciones y culturas únicas se denomina «viaje experiencial». Una forma particular de este tipo de viaje experiencial no sólo enriquece las experiencias del viajero, sino que también redunda en el desarrollo de la región a la que viaja.
El turismo rural es una forma de viaje experiencial en la que el viajero, a la vez que satisface sus deseos y su necesidad de vivir experiencias únicas y de ocio, devuelve algo a la comunidad de acogida del pueblo o la zona rural a la que ha viajado. De este modo, el viajero tiene la oportunidad de convertirse en un viajero responsable que empieza a tener una participación visible en el desarrollo de la región.
El turismo rural se refiere esencialmente a cualquier forma de turismo que muestre la vida rural, el arte, la cultura y el patrimonio en algún lugar rural. El turismo rural puede abarcar el turismo agrícola, el turismo cultural, el turismo de naturaleza, el ecoturismo o el turismo de aventura. Es esencialmente una actividad que tiene lugar en el campo.
Hay varias razones por las que el turismo rural está ganando popularidad. Los pueblos suelen ser depositarios de la cultura y la tradición de un país. Sólo en los pueblos se pueden encontrar artesanos y artesanos tradicionales únicos en sus formas más originales. Además, el lento ritmo de vida de un pueblo, alejado del ajetreo de la ciudad, puede rejuvenecer en gran medida. El turista que viaja a un lugar rural experimenta la vida rural participando en las actividades cotidianas del pueblo. De este modo, el turista conoce de cerca el estilo de vida del pueblo.
Sin embargo, ésta es sólo una cara de la moneda. El turismo rural beneficia enormemente a la comunidad anfitriona. Es bien sabido que las economías rurales suelen ser agrarias y, por tanto, la mayoría de la gente se dedica a la agricultura. En la mayoría de los casos, los ingresos de los habitantes de los pueblos no son tan elevados como en las ciudades. Además, en los pueblos no hay suficientes puestos de trabajo para satisfacer las necesidades básicas de los aldeanos. Esto hace que los jóvenes emigren a las ciudades en busca de mejores oportunidades. Una gran desventaja de esta emigración es que las artes y oficios tradicionales se enfrentan a una muerte lenta. Además, los aldeanos que emigran a las ciudades se ven obligados a vivir en malas condiciones. Sin embargo, esta migración del campo a la ciudad acarrea múltiples problemas.
El turismo rural beneficia a la comunidad rural local, ya que complementa sus ingresos, que de otro modo suelen depender de la agricultura o de empleos poco cualificados. Un mayor número de turistas que visitan el campo se traduce en mayores niveles de comercio entre la población y, por lo tanto, el nivel de ingresos de la gente se vería finalmente impulsado. El turismo rural, de hecho, es una gran manera de generar empleo entre los jóvenes del pueblo. Además, esto significaría que los practicantes de artes y oficios tradicionales no tendrían necesariamente que emigrar a las ciudades, sino que podrían continuar con su profesión al poder ofrecer su trabajo a los turistas.
Otro beneficio importante del turismo rural es que los habitantes de las aldeas, a través de su interacción con los turistas, consiguen ampliar sus conocimientos y horizontes. La interacción y el intercambio de ideas entre turistas y aldeanos aumentan el interés de éstos por la educación, la tecnología y la prevención sanitaria. Esto es importante, ya que los aldeanos siguen manteniendo prácticas y costumbres supersticiosas y regresivas.
Además, el aumento del número de turistas que visitan las aldeas rurales mejoraría la conectividad de éstas con las ciudades y los pueblos mediante la mejora de las carreteras y el aumento de los servicios de transporte público.
Sin embargo, como siempre, todo tiene su reverso. El turismo rural también tiene repercusiones negativas. El turismo suele conducir al desarrollo de infraestructuras que finalmente acaban en una urbanización del campo, arruinando la belleza natural y la naturaleza salvaje de las zonas rurales. Además, también puede haber explotación de los recursos naturales debido a la afluencia de turistas a las zonas rurales.
Independientemente de los pocos impactos negativos, que hasta cierto punto pueden controlarse, el turismo rural es sin duda una gran innovación, ya que es una situación en la que tanto el turista como las comunidades anfitrionas salen ganando. Puede ser una experiencia gratificante para el viajero, que contribuye así al desarrollo de la población local en el verdadero sentido del término.
Texto tomado de: https://www.idealismprevails.at